Doblegándonos
Casi se me escapa de los labios decirte que te extraño, Mierda! No me mereces, no mereces ni siquiera que te piense, ni que te añore, ni que crea que tal vez, que quizás, que mañana, o pasado te quedarás a dibujar lunas llenas en el techo de mi casa, casi olvido que hice promesas al viento para no caer rendida en ti.
Estás ahí, te miro, aunque creas que no, te observo, aunque tenga la mirada perdida al otro lado te advierto, te intuyo mordiéndote también los labios para no llamarme, te conozco tanto que hasta podría jurar que darías media vida por tenerme a tu lado, sé que te mueres por abrazarte al tormento de mi cuerpo, no nos merecemos, no hay culpables, ni pactos hechos a la noche, ni notarios que ameriten esta absurda decisión de separarnos, nos hemos dicho adiós sin palabras creyendo tontamente que a veces el silencio habla más de lo que calla.
Tejimos distancias y la vida se nos volvió un eco, a cuchilladas destrozamos los sueños, para evitar el resquemor que deja el fracaso de lo que pudo haber sido, de lo que no fue y nunca será.
No existe un lugar en común para dos personas tan diferentes, tu racional falta de sentimentalismo mató mi excesiva sensibilidad, y no hay resquicio donde hallar un punto de inflexión que doblegue tu obstinada vida y lo que queda de la mía, mente y alma, razón y sentir, no hay, ni habrá después del después un luego, todo se acaba, ya lo ves…
Acá estamos, mirándonos y es inútil mentirnos verdades a la cara… nos falta el valor de los que se juegan el pellejo y mandan el mundo al carajo… Malditos cobardes!
Me perdí en tus ojos y vos murmuraste.-
- Yo sólo quería que supieras…
Apoyé mi dedo índice en tus labios y callé tu voz.-
- Shhhhh, ven… hazme el amor que me pierdo si no te siento dentro.
Ya ves… a veces creemos que somos capaces de controlar a nuestro antojo los sentimientos y nos basta, solo un instante, para derrumbar los muros de aire que pretendían invitarnos al olvido.
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