Te escribiré hasta que logre borrar por completo tu nombre - te dije,
No podía obviar ninguna de las putas letras que lo componían, día tras día, hora tras hora, minutos, segundos aguardando al canalla del olvido que parece haberse tomado el tren en la dirección contraria, estoy en el andén de la desmemoriados, ansiosa por ver el vacío que deja tu nombre en el tiempo…
El cielo es un manto de remembranzas, las imágenes parecen ecos, diapositivas, fotos animadas, algunas están ajadas, amarillas, hay sonidos de risas compartidas, hay gemidos de noches inhumanamente desmedidas… rueda una lágrima… las vías del ferrocarril parecen un camino con destino a ningún lugar… a lo lejos se unen las paralelas, los raíles dejan de ser dos para formar una única y macabra línea…
Igual que Penélope espero… no llevo bolso de piel marrón ni zapatos de tacón, siempre fui torpe pa’ montarme sobre unas plataformas… tampoco tejo de día y destejo de noche, sólo aguardo el momento oportuno…
Espero…
Ya ha de llegar…
He sido minuciosa, me ha costado el desvelo de varias madrugadas borrar las líneas verticales de las letras, he jugado a hundirme en los círculos con el afán vehemente de retener en mi hasta el último suspiro de lo que alguna vez habíamos soñado…
Hubiera sido tan fácil derramar sobre la hoja el café de una mañana cualquiera, hacer borrón y cuenta nueva, o tal vez, en un ataque de histeria despedazar tu nombre hasta convertirlo en papel picado y convertirlo en un rompecabezas imposible de armar…
No! De nada hubiera servido ese arrebato…
El olvido tarda en llegar, el luto es forzosamente necesario… una vez borradas las perpendiculares tracé horizontes con lo que quedaba… pensaba tontamente que a lo
mejor sobre ese tendedero podría yo colgar al sol los restos, los despojos, las ruinas y recuperar del abandono parte del abecé aniquilado…
A contra reloj llegué hasta acá, estoy varada en una isla, me salva del cruel naufragio un minúsculo punto…
Viene a mi cabeza una frase del Sabina… “cuando al punto final de los finales no le siguen dos puntos suspensivos”… no hay más que eso, tu nombre vestía un maldito punto, punto que viéndolo desde esta perspectiva parece una luna llena huérfana en una hoja en blanco…
Suena una campana anunciando la llegada del tren… tengo en una mano un lápiz y en la otra la goma con la que te fui quitando de mi vida… dudo…doy vuelta las horas, te llamo con la desesperación de los mudos creyendo tontamente que puedes oírme…a lo lejos la máquina del ferrocarril se acerca… cae otra lágrima sobre el papel… aquella luna ahora se desvanece como si hubiera sido eclipsada por una tormenta, volteo… te busco… los rieles vuelven a ser dos paralelas, me recuesto sobre el tiempo que se consume en esta estación de mal vivir… sé que me es imposible vivir amando un gota de tinta, la hoja está mojada, deslizo suavemente la goma evitando, inútilmente, romper el papel… ya nada queda, sólo un agujero, un abismo, una grieta por donde se filtra el desconsuelo… por última vez te nombro… la ausencia ya es total, sonrío con la tristeza que dejan las despedidas y me duermo sobre el recuerdo de lo que pudo haber sido y nunca será…
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