Huellas en el Pavimento

Nombre: Duermevela
Ubicación: Argentina

domingo, noviembre 26, 2006

Crepúsculo

Con el disparo de tu nombre en las sienes,
huyo, me quedo, revivo y muero,
te llamo, a veces, ruinas de un desafuero,
oscuro callejón, estación sin trenes.

coalición inevitable, combate
de cometas, la noche que amanece
rasgando el frágil cristal de peces
abandonados a la suerte, jaque

mate, la reina, el peón, el alfil
riña de gallos, ruleta rusa,
todo o nada, en la manga ningún As…

echada la fatalidad, uno más
uno ¡qué cruel invento! una torpe excusa
de un crepúsculo en mayo del mes de abril.







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martes, noviembre 14, 2006

Semilla de Trigo

No pasaba por acá desde hace ya algunos días, no tantos en realidad ni siquiera tan pocos… echaba de menos éste, mi rincón, sin embargo no tengo nada que decir, no tengo ganas de llorar aunque suene ilógico, ya no sé si soy genéticamente melancólica, a lo mejor fue un viento macabro el que me inyectó la mustia tristeza en las venas… yo era una sombra deambulando por oscuros callejones, un halo de negras esperanzas, un mar reseco, un cielo quebrado en dos, en tres, en mil pedazos… yo era la misma que soy pero ni muerta ni viva, una lánguida autopista, unos ojos que miraban en blanco y negro, unos dedos sangrando lágrimas, el eclipse total de mi vanidad…
Yo era eso y un poco más, una semilla de trigo esperando la cosecha, el quejido de la noche, la lascivia de un deseo desgarrado, la lengua que lame la arena de la orilla, la princesa sin príncipe ni guerrero derrotada por el más intimo de los enemigos el de odiarme sin tregua y sin reparo… yo era una isla inexplorada, el canto roído de pájaros muertos, las ruinas, la sequía, las partidas, el pañuelo abandonado en una estación de tren…


En fin… yo era la misma que soy pero huerfanita de sonrisas.





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miércoles, noviembre 01, 2006

Rapunzel sin trenzas

Te colaste por mi ventana abierta,
una noche de junio vestido de Romeo
y yo, Rapunzel sin trenzas en el pelo
te miré y supe, a ciencia cierta,
que venías a despabilar el deseo
de mi boca embriagadas de desvelo.

Llegaste a mi planta baja con balcón,
traías espada de papel y botas de acero,
viniste con pasos de gigante
a irrumpir el sístole de mi corazón,
detuviste el reloj y el costalero
guardó en su espuerta aquel instante.

Y después ¡que importa el después!
quereme así como hasta ahora,
sin anillos que evidencien las promesas
ni verdades desnudas ante un juez,
quereme así, con la duda, a deshora,
mientras yo me bebo las certezas.





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