Sin Norte

Y partió lleno de preguntas al viento, el barco, que no iba hacia ningún lugar,
buscó un resquicio, se adentró a la mar, se dejó llevar por el dios del tormento.

Se sentía libre, sin excusas a deber, Ella no estaba, él sonreía…
…Ya no vendrá… se repetía, mientras sus manos deshacían los retazos del ayer.

Afuera el amanecer se desangraba…

Con la furia de un piélago enloquecido, el aprendiz de comandante iba a la deriva, sin norte aparente, sin brújula, con el único destino que el sueño de rescatarse a si mismo…

La marejada era ahora un abismo, un salto al vacío, una verdad que, a veces, miente.

Sintió miedo ante la necesidad trémula de haber elegido una huida cobarde, puede la muerte, a veces, llegar tarde o arañarte el alma con las uñas del olvido.

La ausencia es la venganza de la soledad.

Desesperado hasta la locura se embriagó con el licor oscuro del desconsuelo, se quitó de los ojos el velo del resquemor que antecede a la cordura.

Grito su nombre la tempestad y su pecho carbonizó los latidos, se detuvo el tiempo, murió vencido, derrotado por su propia vanidad.

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