Te espiaba, lo confieso,
Intrépida, por la mirilla del silencio
Te observaba caminar por aquellos
callejones enlodados…
Y vos, eras tan señero,
seguro como el mar,
con la noche por cómplice,
desafiando al mismísimo Satán
Qué porte, caballero!
Tantas veces te besé que se me secaron
los labios y las yemas de los dedos
de tanto maldecirte a la distancia…
Te espiaba con el alma desangrada
…te echan de menos mis pupilas…