Nombre: Duermevela
Ubicación: Argentina

domingo, septiembre 09, 2007

Arañando el Recuerdo...

70 horas no es tanto, ni mucho, ni poco, ni nada, todo depende del cristal con el que se mire, curioso… le he besado todas las caras a la luna durante tres días y tres noches.
Había en el aire el sabor amargo de las despedidas que no se dicen… teníamos los pies cansados de no ir a ningún lugar y las ganas se dormían con el vaivén del oleaje macabro de un inminente olvido… no sé cuanto tiempo me he bebido tus ojos… sabían a mañanas sin horas y a días interminables… había senderos que invitaban a la huída y un regazo que me pertenecía como la libertad al preso, cierto es que no todos los caminos conducen a Roma... estábamos ahí tan unidos y tan ajenos, maldito el destino y un pecado tu cuerpo… debería de haberme arrojado al vacío y mirarte con el alma incrustada en la nuca… debería, debería… ains…

Nunca antes había sentido la necesidad irreparable de amarrarme a un puerto, nunca antes había odiado tanto el tic tac de un reloj insolente que no se detiene… nunca antes me había planteado la posibilidad de arañarte las ilusiones… Mi vida te hubiera dado si tan solo tu silencio me lo hubiese pedido…

Era un agosto cálido, el mío suele ser frío, hostil, mal parido… el caso es que me embriagó la bruma del mar… atrapada por un red invisible me dejé llevar… presa fácil pa’ ti… predecible el choque… no es igual caminar en tierra firme que sobre las olas que rompen en este mar de arenas movedizas, no sabe la casualidad que es un invento, no conocen los pájaros le desidia de andar dejando huellas de sangre en las piedras, ignora el historiador que hubo una historia entre nosotros, no da lo mismo 70 horas que una vida, ni es igual callar que decir… ay! Si se aprendieran a descifrar las miradas no haría falta ni una sola palabra…

En un intento absurdo por arrancarme de raíz el instante perpetuo caí en la cuenta de que el olvido es traicionero… Déjame en paz, Vete, saborea otras bocas, hazle el amor a cualquiera que pretenda todo de ti… poca cosa me queda por darte, la nada es un hueco en el que no reparas… vete yendo por donde viniste, demasiado ruido me aturde, demasiado silencio me mata…

Haz el favor de quitarme la espina sin tocarme que no resisto al roce de tus manos, sin tan solo el alba supiera incinerar los restos y arrojarlos al viento…
Maldito cabrón… te he llamado a gritos en noches de insomnio, borracha con el resabio ácido de una luna llena en agosto…

Te debo una despedida con velas y ramitos de violetas, te debo las risas que dormían ante el miedo, te debo el acuse de recibo del encuentro.
Haz sido el más bello sueño que jamás he soñado...
y qué se yo... tantas otras cosas...








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