Mi condena!
Nada me puede más que tus labios,
despiadado arrabal, jauría en celo,
absurda tempestad de mi desvelo,
besarte es rendirme a tus agravios.
Y mira la insolencia que me toca,
derrumbar los muros del olvido,
aunque pierda hasta el último latido,
elijo el aguardiente de tu boca.
Marejada que me lleva a la deriva,
sepultura de una muerte casi viva,
si rozarte es pecado imperdonable
y amarte un infierno de culpables,
que me acusen de pecar a manos llenas
¡Y que muera de celos mi condena!
...
despiadado arrabal, jauría en celo,
absurda tempestad de mi desvelo,
besarte es rendirme a tus agravios.
Y mira la insolencia que me toca,
derrumbar los muros del olvido,
aunque pierda hasta el último latido,
elijo el aguardiente de tu boca.
Marejada que me lleva a la deriva,
sepultura de una muerte casi viva,
si rozarte es pecado imperdonable
y amarte un infierno de culpables,
que me acusen de pecar a manos llenas
¡Y que muera de celos mi condena!
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